lunes, 31 de agosto de 2015

Hay días maravillosos que no se olvidan nunca, pero más inolvidables son esas noches increíbles que no se borran jamás…

Una de las mejores noches de mi vida, tiene como antesala un conjunto de momentos tristes, y es que como bien dicen, uno solo valora la felicidad luego de haber vivido la tristeza y esta parte triste comenzó hace algunos meses cuando yo organizaba y planificaba como serian mis días, hacia planes de lo que haría los fines de semana, las siguientes vacaciones o incluso mi futuro… pero de pronto como un sueño todo se esfumo al escuchar el sonido del despertador, así fue para mí, un despertar tal vez un poco brusco en el que vi todo desmoronarse como un castillo de barajas que no soporto un gran peso que se colocó en la cima y que se desplomo sin más ni más… fueron momentos tristes pero hoy entiendo que tal vez fueron necesarios… Y es así que luego de superar la etapa en la que no entendía porque sucedió todo esto, de entender que todos mis planes se fueron a la basura, llego al fin la etapa en la que comprendí que es mejor vivir el día a día, sin muchos planes, porque esa es una de las principales características de la vida, la incertidumbre... Siento que la vida me estaba demostrando que yo me tome atribuciones que no me correspondían, ya que ambiciosamente comencé a hacer planes que iban más allá de solo mis esfuerzos y que ni siquiera dependían solo de mí… Así que en cierta forma la vida o el destino me sacudieron para demostrarme que yo soy dueña de mi presente, mas no sé qué me deparará el futuro, por eso al hacer muchos planes estaba condicionando mi vida y de cierto modo esta estaba perdiendo la espontaneidad que debería tener, esa espontaneidad con la que algún día fui feliz y que ahora se estaba convirtiendo en rutina, en reglas o en un plan, de esos planes que cuando algo sale mal parece estropearse todo... es así que surgió la nueva visión de vivir el día a día sin tantos planes, ya que al vivir de este modo no me sentiría mal si algún imprevisto pasaba porque no tenía ningún patrón que seguir, solo me guiaba por lo que me hacía feliz, y creo que esta parte va bien en mi vida por ahora porque estoy experimentando una libertad que comienzo a disfrutar.


Es así que de pronto el destino me pone la primera prueba, y una mañana cualquiera que se pintaba gris por algunos inconvenientes de pronto me sorprendió con algunos planes interesantes para pasar bien a los cuales accedí, pero parece que el destino se empeña en probar si es verdad eso de que ya casi no planeo, de que hago las cosas espontáneamente viviendo lo que se me antoje vivir ese momento, y surgió algo todavía más interesante, al que indudablemente la nueva Ale no le iba a decir no… así que deje todo y fui por algo que llene mi espíritu, que me haga feliz, que me hacía falta... ese día descubrí que no necesitaba un lugar lujoso, porque no hay algo mejor que una noche estrellada que me cubra, no necesitaba música, porque escuchar mi respiración era la mejor melodía que podía entonar, no necesitaba vestir bien porque ya no sentía frio y tampoco sentía que debía cubrir las imperfecciones de mi cuerpo con ropa favorecedora... el ambiente para mí era como el de un sueño, para cualquiera no era más que la terraza de una casa que no tenía nada de especial, pero puedo decir que fue el escenario perfecto para confirmar lo que soy, lo que me gusta y lo que amo... 
Esa noche por primera vez sentí esa libertad de ver la cuidad, la gente, todo transitar y seguir sin depender de mí, como si yo no faltará, pero al mismo tiempo como que sin mi nada sería igual... El caso es que este "plan" era mejor que el que esperaba, estábamos yo y mi alma... esa parte mía a la que yo no puedo dirigir pero que se es mía, esa parte que tiene mis deseos pero que parecería tener los suyos propios, esa parte que aunque nadie le vea como mía me pertenece a mi más que nada porque es como es por mí, esa parte que no puedo tocar pero que siento, que no puedo tener pero que poseo... y en ese descubrimiento de nuevas experiencias y sensaciones me di cuenta que me sentía libre, sentí como que si de pronto nada me atara, tal vez sentí la libertad de la sin consciencia con la que se llega al mundo, una mezcla de experiencias anatómicas que mi cuerpo iba descubriendo, identificando, aceptando y disfrutando, estaba ahí sin sentir frio a pesar de la lluvia y el viento, sentía los bombeos de mi corazón intensos demostrándome que estoy más viva que nunca, todos mis sentidos se habían agudizado, mi sombra ya no solo reflejaba mi forma corpórea, sino que hasta parecía poder expresar emoción, mis manos iban experimentando el frio y el calor, y aunque suene contradictorio sentía más intenso todo, pero no sentía frio y eso era extraño... Hay muchas cosas más que podría decir de ese momento, un momento de compenetración, un momento en el que al fin sentí que mi alma entro en mi cuerpo y que me demostró que un día de estos no solo podre retenerla en un momento así, sino inevitablemente ya no podrá salir de mí, porque al fin comprenderá que no siempre me falta a mí, sino que yo también soy necesaria y que aunque parezca más importante la parte intangible sobre la parte física, son complemento...  Creo que jamás podré olvidar este reencuentro con mi alma con esa parte que a veces siento me abandona, pero luego me sacude para demostrarme que está ahí dentro de mí, que parecería se va y la pierdo, pero que así mismo vuelve para hacerme sentir que no es que a mí me falta, sino que yo le falto, porque esa parte no puede expresar por si sola lo quiere transmitir...
Ese día comprendí que de corazones rotos nacen personas libres, que se siente bien vivir una vida sin planear ya que a veces lo no tan planeado sale mejor... que las cosas inesperadas, los momentos que nos estremecen, las sonrisas espontaneas, las miradas cómplices y las locuras sin pensar dos veces son las que le agregan ese toque mágico a la vida... 

lunes, 24 de agosto de 2015

Un si o un no...

Diariamente, todos los minutos de nuestras vidas, estamos decidiendo cosas, si levantarnos temprano o dormir un poco más, si vestir de tal forma o con esta otra, si dejarnos el cabello peinado o despeinado, si desayunar o no, si escribir un mensaje de buenos días o esperar por un buenos días de alguien, simplemente desde que nos levantamos decidimos si ir alegres porque nos hemos propuesto será un buen dia, o ir tristes atrayendo lo peor porque presentimos que algo malo pasará… Pero en fin todas estas decisiones dependen únicamente de nosotros, algunas son tan simples porque son parte de una rutina que seguimos diariamente, otras son complejas porque son nuevas, porque tienen consecuencias o porque simplemente nuestra mente tan invadida de pensamientos nos acribilla de posibilidades haciendo difícil nuestra decisión.
Pero bueno más allá de esas decisiones que dependen enteramente de nosotros, hay esas decisiones que  en un tiempo dependían de nosotros, pero que indirectamente también dependen de otros factores, como el “aprobado” para estudiar, que depende de nuestro esfuerzo, inteligencia, pero también de los demás postulantes, o el “el trabajo es suyo” que depende de los demás concursantes y el de caerle bien a quienes toman la decisión, o el esperar que no venga algún ahijado a querer el mismo puesto. El caso es que en esos momentos cuando la decisión no es totalmente de uno sino de algo o alguien más, es mejor dejarle al destino, a la vida o en mi caso a Dios, siempre con la idea de que lo único que pido, es que sea lo mejor (para quien? no se… siempre creo que espero que sea lo mejor para la mayoría) y que aunque al comienzo no entienda, al final agradezca por como se dieron las cosas.
Hoy me enfrenté a una de esas situaciones en las que yo ya hice mi parte (no muy consciente pero la hice) y la decisión solo dependía de lo que la vida deparará para mi… Por primera vez no tuve miedo en lo absoluto, creo que eso demuestra que estoy tranquila con mi vida, en que me siento capaz de afrontar lo que se me venga, de que no le tengo miedo al cambio y sobretodo de que tengo a mi lado a personas que estarían conmigo fuera cual fuera el resultado… Pero francamente creo que lo que más fuerzas me dio fue sentir la tranquilidad que me transmitió alguien a quien quiero mucho, que con sus bromas, con sus ocurrencias e incluso con sus palabras de preocupación pero dulces creó un ambiente de tranquilidad que me hizo sentir que la una respuesta estaría bien pero la otra me cambiaría la vida, me daría fuerzas, y tal vez remotamente conseguiría darle fuerzas a alguien mas para cambiar el rumbo para entender que se puede volver a empezar... que nunca es tarde, que se puede volver a sentir o sentir incluso más y que aún es tiempo de ser feliz... Pero bueno esos sueños momentáneos duraron lo que dura ... eso... Y al final yo recibí una respuesta que tal vez era la justa, la esperada, la que hace fácil todo... Sin embargo cuanto me hubiera gustado que nos cambie la vida, pero esta vez no fue mi decisión y tal vez alguna fuerza mayor esta diciéndome que no es tiempo aun y lo comprendo e incluso lo acepto lo bueno es que al menos esperanzas no me ha quitado...